domingo, 30 de mayo de 2010

CAPITALISMO, UNA HISTORIA DE AMOR

¿Es Michael Moore un cineasta necesario? Algunos atacan su cine porque no aporta ninguna novedad al mundo audiovisual, sus esquemas son repetitivos, y hace películas panfletarias, sólo van a verlas quienes ya están de acuerdo con sus ideas.
Pero el hecho es que Moore es hoy en día más necesario que nunca por una simple razón: por poner caras, tanto de quienes nos han llevado a sufrir esta crisis, como de quienes fueron los primeros en sufrirla.
El acierto de Moore siempre ha residido en saber darnos las pautas para interpretar hechos tan inexplicables como el despido de 30.000 trabajadores y ruina de una ciudad (Roger and me, 1989), el astronómico número de muertes por arma de fuego en Estados Unidos (Bowling for Columbine, 2002), o cómo llegó su país a meterse en la carnicería de Irak (Fahrenheit 9/11, 2004).
En este nuevo trabajo, Moore desgrana los motivos por los cuales cada siete segundos una familia estadounidense se queda sin casa, mientras se aprueba una ayuda gubernamental de 700.000 millones de dólares para rescatar ciertos bancos.
Porque, ¿alguien sabe realmente cómo hemos llegado al estado actual de crisis? Por supuesto no hablamos del Tercer Mundo, siempre en perpetua crisis. Hablamos de lo que Moore conoce, que es su país.
La película empieza con un vídeo casero dentro de una casa, donde se ven varios coches de policía acercándose. Al principio uno recuerda noticias de personas que se han hecho fuertes en sus propias casas y repelen a tiros a cualquiera que se acerque. En este caso es una familia que aguarda la orden de desahucio con el pestillo echado en las puertas. La violencia con que la policía irrumpe en la casa choca con la resistencia pasiva de sus inquilinos, dándonos la clave del tono general de la película
Moore no tiñe con odio sus documentales. Simplemente intenta comprender por qué se ha llegado al punto de echar de sus casas a miles de ciudadanos de la primera potencia mundial, y cómo se intenta que no se conozcan los verdaderos efectos de esta crisis: la ruina de barrios enteros, ya que los bancos prefieren que las casas se caigan a pedazos antes que devolvérselas a sus propietarios.
¿Es Michael Moore un cineasta necesario? Desde hace veinte años lo viene siendo y, desgraciadamente, cada vez más. Quienes no son necesarios son esos burócratas que juegan con el dinero de millones de familias, acabando siempre con funestas consecuencias

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