domingo, 30 de mayo de 2010

CHÉRI, de Stephen Frears

Qué queréis que os diga, hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una película de época. ¿El motivo? Llamadme superficial, pero la razón era una sorpresiva Michelle Pfeiffer, tanto por su trabajo de actriz como por su belleza con cada traje que vestía, en cada postura que adoptaba, cada mirada perdida, en cada rayo de sol que alumbraba su cara. Lo mismo digo (salvando una diferencia de 22 años y mi inclinación heterosexual) del coprotagonista Rupert Friend, con esa cara de rasgos tan marcados, esos ojos de azul irreal, llegando a pecar de falta de expresividad, el mismo motivo por el que le dan toda la gracia de un mármol de la Grecia clásica
Desde luego éste es un mal comienzo para una crítica, ensalzando una película por el físico de sus actores. Todo tiene una explicación.
Chéri es la adaptación de la novela homónima de Colette, una controvertida escritora de la Belle Époque, y como no podía ser de otra manera, trata de la relación más que sexual entre la mejor cortesana a punto de retirarse (Lea de Lonval-Michelle Pfeiffer), y Chéri (Rupert Friend), el hijo de una cortesana ya retirada (Madame Peloux-Kathy Bates, siempre espléndida), sombra de lo que fue en un pasado ya demasiado lejano, y referente de todo lo que Lea no quiere ser.
Con este argumento comprenderán que incida tanto en los cuerpos, ya que es una obra en la que se transmite más por las posturas, por los gestos, que por las palabras.
Sin olvidarnos del director, ese Stephen Frears que sabe perfectamente su oficio (para ello es profesor en la National Film and Television School), aunque a quien hay que reconocer su gran trabajo es a Darius Khondji, gran director de fotografía (Delicatessen, Se7en, The Beach) que consigue que la piel de la Pfeiffer parezca que se ilumine desde dentro, captando esa luz fría de Biarritz que todo lo envuelve con su manto de porvenir mustio, esa lluvia parisina que parece calar las almas, ese sol otoñal que te hace olvidar la oscuridad de la sala y hace que desees que llegue la primavera y sus vestidos.
Habrá quien esté en contra de este producto, ya que pesa más el envoltorio que su interior, una adaptación literaria, para más inri. No he leído el libro, pero si de lo que se trata con una adaptación es poner imágenes a las palabras del libro, aquí están tan bien puestas que incluso sobra lo que te cuenten.
Y todo esto sin gafas 3D.

3 comentarios:

  1. Me encanta cómo escribes!!

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  2. hola!!!!!! debido a nuestros "desengaños" amistosos, por puro cruce -esta vida de la gran ciudad es lo que tiene- procederemos al rollo/intencambio blogger.
    El caso es que, incluso por el cartel, recuerda a "La edad de la inocencia" pero, sobre todo, lo de su piel y esa luz/magnetismo (que creo que mantuvo hasta que le empezaron a dar malos papeles o quiensabe si ella lo provocó haciéndose alguna escabechina en la cara que le ha quitado dulzura, me temo..)
    Pues sabes que vi a Sthepehen Frears in person en Lisboa? fue a presentar a la fundación a la que yo estaba vinculada y luego hubo debatuelo muy interesante, es un personaje...
    *Por cierto, has visto "Henry Fool" de Hal Hartley? creo que te gustaría. lo digo porque tiene elementos "de época" pero le da la vuelta a la tortilla con gran habilidad.
    hay que retomar las buenas ideas..
    besosss

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  3. Saludos dede Las Palmas y suerte en los 20 Blogs

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